Category Archives: Mis escritos

Mientras tomo un café antes de irme a clase.

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Me gusta la buena vida y por eso ahora bebo vino,

de ese que todavía guarda en su sabor el olor a la madera del barril en el que estuvo contenido.

Contenida. Así es como me siento, encarcelada en mi propio cuerpo. Sólo vuelo,

de vez en cuando,

ejercitando mucho la mente. ¡Cómo si fuese fácil!, me dirás.

Como si fuese simplemente hipnosis.

H i p n ó t i c a   ante tu presencia te contemplo desde fuera, como si estuviera observándote a años luz, desde un objetivo muy muy lejano y respiro…

A tu lado llega mi aliento, desvanecido,

deshecho.

Deshecha de pena estoy ahora, tan tan frágil me siento ahora. Tan poca cosa.

Miga de pan, eso es todo lo que hago; romper el pan y buscar en lo más hondo, removiendo así su yo interno.

Yo, eso que recalcamos tanto y tan a menudo. Yo. Yo. Yo. Yo subsisto entre todas las cosas. Yo salto las barreras que se me imponen, afronto las que me construyo a mí misma y critico las que me vienen dadas.

Yo, puedo y quiero poder.

Ser aire.

Clara Sevilla Moreno.

Rendez vous

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No recuerdo si le he dicho que huele a vainilla en rama, que tiene una dentadura perfecta o simplemente que le queda muy bien aquel polo gris. No sé si le he mencionado que tiene una mirada alegre, que tiene unos ojos verdes en los que me pierdo cuando me saluda. No sé, no sé si le he dicho…

Mira lo más fácil es que yo o usted mismo nos invitemos a cenar mutuamente, a ser posible en el rascacielos más alto de la capital. Que no toquemos techo alguno, simplemente que nos conozcamos. Se lo digo a través de llamada de fijo a fijo que el móvil ni lo mira. Sabe; lo que le digo, que no, que mejor quedemos antes de cenar, páseme a buscar con su coche si no lo tiene lléveme en bicicleta, vayamos a pasear, veamos alguna exposición, intercambiemos conversación antes de degustar los respectivos platos.

Yo me pediré una ensalada ya nos conoce, las mujeres comemos poco en las citas. ¿Le he dicho que hace mucho tiempo que no tengo una cita? Verá me encuentro hasta un poco nerviosa por eso no puedo parar quieta por la casa, por eso incluso e planchado la colada….y me he bebido un chupito de whisky a su salud antes de salir de casa. Mire debo decirle también algo, no nos tomemos esta cita como una cita amorosa en la cual tenga que ocurrir algo, dejemos que fluya, simplemente quiero conocerle.

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Aparece con aquella copa de un whisky con hielo en la mano derecha, dejando caer la mirada a su alrededor, con su pelo despeinado con su estilo bohemio,  el aire pierde densidad en la sala y el ambiente se transforma en un entorno en el que todo fluye. Se acaba de revolver el pelo y se ha echado un par de risas y yo; mientras observaba el hoyuelo de su sonrisa, me he pintado los labios de rojo y me los he mordido, todo a la vez; me he hecho hasta sangre pero está tan irresistible que me es inevitable, morderle digo, morderme las ganas de morderle.

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Amelia se ilusiona demasiado, ya se lo decía su abuela que no engendrara tantos deseos porque era difícil que se cumplieran todos. Pero ella no le hacía caso, se ponía a trazar su propia historia y lo hacía cada noche, debajo del edredón comenzaba a tejer su vida.

Cuando era pequeña la recreación giraba en torno a cuánto tiempo podría quedarle para que le regalaran un león pequeño como Simba. Se dijo así misma que el mejor momento sería cuando llegara la Navidad y decidió llenar su cuarto de posters del rey león y explicitar en la carta de reyes cuál era su deseo. Tras una hora de tejer los detalles del cachorro se ponía a pensar qué lugar era el más adecuado para cuidar a un león. Y acabó pensando que tendrían que mudarse para poder criarlo en un lugar acorde a las condiciones necesarias. Cuando llegó la Navidad, el león fue regalado en forma de película. Pero no lo disfrutó del mismo modo que ella había planeado, puesto que era difícil interactuar con un personaje que se encuentra metido en un televisor. Sus expectativas se vieron tan desquebrajadas que tiró un tenedor contra la pantalla, haciendo un pequeño resquicio como huella de su rabia.

(…)

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Amelia ahora ya no planifica. Amelia si se caracteriza por algo es por su meticulosa organización. Pero se ha cansado de trazar sueños de hilo. De derretir su mente con expectativas de futuro optimistas. Porque últimamente nada sale como se lo espera y cada vez más, es consciente de que las contingencias están más atadas al destino que a su voluntad. No percibe control sobre su vida pero tampoco puede ejercerlo sobre las personas a las que quiere, porque todo se le escapa de su poder de maniobra, ahora ya lo deja pasar y se convierte en espectadora de cómo el mundo cambia en contra de su voluntad, hoy ya no reza por nada ni por NADIE.

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Cinta rosa de raso fino. Al principio de su historia sirvió para tapar los ojos a la gallinita ciega, tiempo más tarde como diadema de su pelo rubio. No parecieron pasar los años por ella porque a los dieciséis se utilizó como adorno de vestido negro de vuelo para volar.

Mira lo que te hago con la cinta, y él se la pasaba por la cintura y tiraba de ella, detrás iba su cintura y así se le arrimaba. Cintia se reía pero se dejaba arrastrar hasta que casi llegaban a rozarse sus labios y en ese preciso momento ella se desenrollaba a través de la misma cinta que le dejaba tan cerca de ese beso. Y por supuesto se volvía a reír.

A los dieciocho sus amigos utilizaron el brillo del raso para hacer un lazo que decorara el regalo. A los diecinueve la cinta volvió a servir para tapar los ojos… A los veinte la cinta fue rasgada en hilos muy finos con los cuales se cosió un vestido nuevo para volver a sentirse, para reconstruirse de nuevo como Cintia.

                                                                                                                   

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A todas las mamás en un 5 de Mayo.

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Shhh, muy calladita y menuda, Mariola felicita a su madre con su primer revoloteo. En ese instante su mamá se encuentra sentada y la acoge en su vientre llevándose la mano a la tripa.

“Ahora mismo se mueve, ¡mira toca!”- y su hermana le toca la barriga- “¿La notas?”-  Ana se ha quedado sin palabras, está deseando ver a su primera sobrina-.

Lidia presenta desde hace ya casi tres meses un brillo especial en su mirada, según su abuela su cara está más redondita:- “tienes cara de ser mamá”-a lo que Lidia con una sonrisa muy amplia responde- “abuela que cosas tienes…”-todavía no ha dado la gran noticia, solo lo sabe Ana y tiene muchas ganas de contarlo pero no se quiere arriesgar aún a dar falsas alarmas….

Sin embargo, hoy día de la madre, están todos allí reunidos en casa de sus abuelos. Felicita a su madre por haberla traído a este mundo; tan sana, con tanto cariño y amor, dándole lo mejor de ella, sufriendo también mucho pero siempre mostrándole su apoyo, su fortaleza, su sabiduría, transmitiéndole interés por el mundo (por si no se lo despertaba éste), culturizándola, jugando con ella, leyéndole tanto… Su madre es lo primero. Su modelo a seguir, la admira mucho.

Sin querer se ha quedado en las simples palabras de “feliz día de la madre” aunque quisiera decirle todo eso y mucho más.

Y de repente en ese instante en que sus miradas se entrecruzan, su madre le toca la barriga y le dice “feliz día de la madre a ti también”.

Mortal como todo humano

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Se desdibuja la forma, como se emborrona su vida, a cada paso da la vuelta y mira; su universo finito, partido y dividido. Baja del escalón para quedarse a su altura, a la altura del suelo y ahora se siente más segura. 
Se adormita en su cama de azul y sábana. Abandona su sonrisa plasmándola en la almohada para despedir así el próximo día en el  cual dejará este mundo tan vacío como ella lo está ahora, ahora que sabe y no quiere seguir sabiendo pero sigue conociendo, porque ella tiene casi veinte y ya se le paso la edad. La edad de la inocencia.

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Monet

 

 

Se sienta a comer rodeada de gente aparentemente optimista, algunos más graciosos que otros se van pasando la gelatina de boca en boca, luego se la tragan dejando pasar ese fluido color rosa a través de su organismo.

Todos disfrutan de la compañía, de las risas y del juego del boca a boca. El ambiente es cálido; ideal para que surja algún que otro baño nocturno en la piscina del jardín.

Sin pensarlo mucho y después de compartir la gelatina; ella y él salen de la casa dejando a los invitados soltando alguna que otra carcajada.

Allí en el púrpura de la noche entre los nenúfares flotantes de la piscina los cuales hacen de horquillas de las estrellas reflejadas en ella  introducen sus piernas en el agua.

Permitiendo que ésta poco a poco se ajuste a sus cuerpos, caminan y caminan hasta que alcanzan aquella profundidad en la que la línea de sus hombros conforma el límite de lo que queda dentro y lo que queda fuera del agua. Sin querer se tropiezan sus piernas y se dan la mano, se respiran muy cerca el uno al otro, se soplan el aire frente a frente.

Introducción al nuevo año

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He dormido fatal, resulta que es mejor no hacer repaso de los acontecimientos del año antes del último día de éste. Es preferible realizar los resúmenes de año en la Noche Vieja entre copa y copa. Se celebran los éxitos con más alegría y los fracasos se ahogan en el vaso.

No sé vosotros, pero yo (que no soy supersticiosa) he decidido ponerme la ropa interior roja por si acaso, para espantar a los malos pronósticos que acompañan al nuevo año.

“Año nuevo vida nueva” eso dicen, pero me da a mí que nuestro estado de bienestar seguirá empeorando a lo largo del 2013 y que en el programa político del gobierno, de la oposición y de los demás partidos no existirá el propósito de  unión como método para afrontar la crisis y rescatarnos de un rescate bancario inminente; tampoco  tengo expectativas de futuro acerca del acuerdo entre Mas y Rajoy, es probable que exista más o se siga manteniendo la misma cifra de parados, que siga subiendo el precio de los productos o la gasolina, que cada vez más gente acuda a los contenedores para llevarse algo de comer a la boca, que en Siria se siga permitiendo el bombardeo o que en el Sahel se sigan muriendo de hambre…

Prefiero no pensar en todo esto, porque quizá tengan razón los mayas con sus pronósticos y empecemos una nueva era. A lo mejor el fin del mundo está en nuestras propias manos o quizá no. Pero espero y deseo que el nuevo año nos cambie la actitud; que las cosas tan horribles que aparecen en los periódicos cada día, en las televisiones o que ni siquiera se mencionan en los medios de comunicación nos lleven a darnos cuenta de que no vamos por el buen camino. Con esa esperanza y esa expectativa (demasiado alta para el mundo en el que vivimos) despido al 2012.

¡Feliz año!

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Desenfunda la cajita de latón donde poco a poco fue recolectando sus relaciones personales. Allí guardó la letra de su mejor amiga, la de su amigo de la adolescencia, la letra del compañero gracioso de clase, la del más popular, la del primer amor y la del segundo.

Y hoy años, más tarde desenrolla y desdobla todas aquellas notas. Las hay muy tontas, demasiado, tanto que no puede evitar llorar de la risa.

Pero por un segundo, se para a pensar en todo aquello; algunas de esas personas fueron muy significantes para ella, otras no…A algunas prefirió meterlas en un saquito verde con la idea de quemar todo aquello que pudiera hacerle volver a recordar y le ayudara a olvidar.

Comienza a leer la primera que se encuentra, curiosamente todas las notas derivadas de sus relaciones se encuentran ordenadas en estratos: del más nuevo (que es el que se sitúa más a mano) al más antiguo que fue depositado.

No le apetece rebuscar mucho y saca la primera, que se encuentra enrollada en forma de pergamino, “eres tan, tan, pero que tan bonita”. No está mal, al menos le sube la autoestima…

Sigue y encuentra muchas de momentos de clase, de ese tercero de la ESO en el cual las hormonas bombardean continuamente:- “te gusta…el rabo, el rabo de toro”-. Sigue bajando y encuentra aquellas de las clases de francés, en las que su amiga escribía en rosa fucsia y en las cuales había un adjetivo para referirse a aquel primer amor por el que tanto se sufre:- “el cabrón está con…”-.

De repente esto le lleva a rememorar aquellos años duros del primer enamoramiento, y abre el saquito (que dispuso en su día para ser quemado), se llevaban fatal, a matar…se insultaban se dibujaban caricaturas horribles acompañadas de una señal que indicaba “esta eres tú”, es curioso que acabase gustándole ese chico tan chulo, tan duro aparentemente y que para nada era su tipo.

Luego pasa a su primera relación seria y comienza a leer las cartas. Los poemas y las posdatas. Se echa a reír y a llorar y vuelve a echarse a reír, se siente mejor recordándole así y no como es ahora porque no lo reconoce o le cuesta mucho sentir que sigue siendo el mismo.

Finalmente, llega a aquella nota escrita con una caligrafía impecable en papel cuadriculado de cuaderno pero manipulado cuidadosamente, los bordes recortados siguiendo la trayectoria de las líneas azules. Sabe que no debe leer esto ahora, lo sabe y la lee.

Y llega a la última frase: “para mí no eres perfecta, sino lo siguiente. Como seguramente no sentirás lo mismo, no tienes que decir nada cuando me veas, simplemente se tu misma.”

Ha decidido cerrar la caja. Y también, ha pensado que en estos diecinueve años ha compartido su vida con más gente de la que hubiese querido o imaginado. No es bueno tomar determinaciones estrictas porque luego es difícil cumplirlas pero se promete que ya ha vivido bastante el amor a lo largo de todo este tiempo, quizá sea hora de vivir las cosas de otro modo: de pensar en lo que quiere, a lo que aspira, con lo que  sueña  …

Sabe que la caja es una mínima parte de lo que conforma su vida.

Lo que está claro es que siempre estuvo ella. En otro tiempo, con otro modo de escribir, con otro cuerpo y un pelo diferente, con la mirada más joven…pero siempre ella,  sigue emocionándose del mismo modo al releerlo y puede viajar a través del tiempo para llegar a cada uno de esos momentos de los cuales solo ha quedado registrada una mínima parte de lo que es y será todo su camino.

 

Clara